En la semana, recibimos en la Cámara Argentina de Turismo, a través de nuestra página web (www.camaraargentinadeturismo.travel), una carta enviada por turistas de Costa Rica, quienes relatan una experiencia con final feliz.

Sucedió en Ushuaia, pero es un muy buen ejemplo para todos los que piensan que el compromiso con el servicio siempre supone un esfuerzo adicional en ese sendero de la calidad y la excelencia en la gestión.

La carta es la siguiente:

“Espero estar escribiendo a la persona correcta. Somos costarricenses, y durante el mes de enero hicimos una preciosa visita a la Patagonia. Casi al final de nuestro viaje, en Ushuaia, el último día y en los últimos minutos perdimos nuestra cámara fotográfica, una cámara buena y además nueva. No teníamos ni idea de donde la habíamos dejado, y la cámara no tenía ningún tipo de identificador. Estando en Buenos Aires, cuando nos dimos cuenta, sufrimos lo indecible, pues más de 1000 fotos lindísimas e irrepetibles se nos habían perdido.

La cámara la habíamos dejado en un pequeño café que visitamos justo antes de que nos recogiera el bus para llevarnos al aeropuerto. El café Banana. La mesera la encontró y se la entregó a su jefe, que buscó infructuosamente algún identificador para devolverla.

Fue entonces que se le ocurrió buscar entre los vouchers de las tarjetas de crédito, y así dio con el nombre de mi esposo. Con ese nombre, llamó a la Cámara de Turismo de Ushuaia y averiguó los nombres y teléfonos de todos los operadores de tours de Ushuaia; habló con ellos hasta que dio con el que había atendido a nuestra familia. Y con él averiguó quien en Buenos Aires nos había vendido el servicio, y le llamó para ver si nos podía contactar. Para no hacer el cuento largo, 24 horas después yo tenía mi cámara conmigo.

Pasamos en Argentina dos semanas espectaculares. Su país es algo verdaderamente precioso. Pero de todo lo que nos trajimos en la memoria, quizás el ejemplo de este muchacho es lo más grandioso...; su compromiso con sus principios y con su hombría de bien le llevó a dar ese paso adicional, que creo que nosotros mismos no hubiéramos dado, y nos devolvió, junto con la cámara, la certeza de que hay seres extraordinarios en el mundo y de que mientras ellos existan, hay esperanza.

No tengo ni siquiera su nombre, sino solamente su dirección de correo electrónico. Esa persona, estoy segura, representa los más altos valores de la Argentina. Y sugiero que se le reconozca por eso”.

La carta fue enviada y firmada por la “Familia Mazzali Saborio”, de Costa Rica, y queríamos compartirla con todos ustedes para mostrar, y demostrar, que también las buenas noticias pueden tener espacio.